El costo para su salud


El peso emocional de su obsesión comenzó a manifestarse físicamente. Las noches sin dormir se convirtieron en mañanas lentas, y sus manos temblaban cuando intentaba concentrarse. La cabeza de Mark a menudo le palpitaba, un dolor sordo y persistente detrás de sus ojos que empeoraba con cada pregunta sin respuesta. Su cuerpo clamaba por descanso, pero su mente se negaba a desacelerarse. El miedo a ser engañado lo consumía.

Su paranoia lo empujó más allá de sus límites. Se saltó comidas, ignoró el cuidado personal básico y pasó horas encorvado sobre documentos o mirando grabaciones de vigilancia. Sus amigos notaron su aspecto demacrado, pero él ignoró su preocupación. Mark se sentía como un prisionero de su propia duda, y su salud era simplemente daño colateral. Se decía a sí mismo que la claridad —la verdad— lo curaría todo, incluso mientras empujaba su cuerpo más cerca del colapso.

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