Solo con la duda

Aislado y cada vez más angustiado, Mark se encontraba sumido en la ansiedad. El costo emocional de su tensa relación pesaba mucho sobre él. Cada pregunta sin respuesta añadía un ladrillo más al muro entre ellos. La creciente frialdad de Emily y su propia paranoia se alimentaban mutuamente en un doloroso ciclo de incertidumbre.
Estaba desesperado por claridad, cualquier respuesta que pudiera restaurar su sentido de estabilidad. Cuanto más evitaba ella sus preguntas, más convencido estaba de que algo andaba profundamente mal. Finalmente, la carga del silencio se volvió insoportable. Mark tomó una decisión: tenía que descubrir la verdad, sin importar el costo.
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