Una Mente Distraída
Para evitar obsesionarse con lo que los resultados podrían revelar, el padre se sumergió en el trabajo. Respondió correos electrónicos, revisó documentos y asistió a cada reunión, por insignificante que fuera. Pero nada podía distraerlo por completo.
Su mente divagaba hacia el momento en que envió la prueba, reviviéndolo una y otra vez. Cada segundo de silencio traía la misma avalancha de pensamientos. Su concentración se estaba desvaneciendo, y sabía que ninguna tarea podía silenciar su incertidumbre.
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