Echando una mano

Julián, conmovido por lo que había descubierto, decidió acercarse a Elara por primera vez desde su divorcio. Su mano temblaba mientras cogía el teléfono, sin saber qué esperar. Tras un breve momento de vacilación, marcó su número, con el corazón latiéndole en el pecho.
“Hola, ¿Elara? Soy Julián”, dijo, con la voz temblorosa. Hubo una larga pausa antes de que ella respondiera, con un tono cauteloso. Él podía sentir su incertidumbre, pero siguió adelante. “Me gustaría hablar”, añadió, dándose cuenta de que ese momento marcaba el inicio de un nuevo capítulo incierto e importante.
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