La duda persistente
Incluso después de su exhaustiva búsqueda, el padre no lograba tranquilizar su mente. Noche tras noche, yacía despierto mirando el techo, sus pensamientos volviendo a la misma pregunta: “¿Qué se nos escapa?”.
Su amigo intentó tranquilizarlo, recordándole que no habían encontrado ninguna prueba de un problema. Pero los instintos del padre gritaban lo contrario. Esa duda profunda y corrosiva no había desaparecido, y él sabía que no lo haría hasta que tuviera respuestas reales.
Advertisements
Advertisements