Un abrazo que sana
Jamie se agachó para abrazar a Emily con fuerza, incapaz de contener las lágrimas. Se sentía real —cálida, viva y como en casa. Todas las noches había soñado con este momento, con sentir su latido contra su pecho. Ahora que estaba aquí, era casi demasiado para asimilarlo.
Enterró su rostro en el hombro de ella, aspirando el aroma de la seguridad y el amor. La guerra, el ruido, el miedo —todo se desvaneció por un momento. En su abrazo, encontró sanación, del tipo que solo el amor incondicional de un niño podía proporcionar. Este abrazo no era solo un reencuentro, era redención.
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