La promesa de un padre
Jamie atrajo suavemente a Emily a un abrazo, manteniéndola cerca. Le prometió que estaba en casa para siempre y que nunca más se sentiría abandonada. Su voz temblaba de emoción, pero sus palabras salían del corazón.
Emily se aferró a él, con lágrimas corriendo por su rostro, pero había alivio en su abrazo. Ese momento se convirtió en un punto de inflexión, no solo de tranquilidad, sino de una renovada sensación de seguridad. No necesitaron decir mucho más. El silencio que siguió estuvo lleno de consuelo.
Advertisements
Advertisements